jueves, 26 de noviembre de 2009

03·02·09

¿Bailamos un Vals?Le dice el Tango al Hip Hop

Es otro tipo de vals, distinto al de las moscas y las abejas. Este vals no pertenece a nadie, no lleva un nombre.
Es el vals de los cacahuetes, los que acompañan al estudio y a las películas de títulos cortos que se ven los sábados por la noche, a oscuras, en un salón convertido en cine particular.
Un vals que jamás cesa y al cuál se le atragantan las notas de tanto repetirlas, rutinarias, cíclicas.
Con fragmentos escondidos entre las mantas de una cama demasiado pequeña para dos(aunque se pierdan en ella). Cuando las notas arden entre el espacio que separa sus cuerpos. La partitura indica entonces un cambio de ritmo e intensidad: FF, dice. Fortissimo.

Y de nuevo Piano, el vals perfila con suavidad las esquinas de una habitación en ocasiones cielo, en ocasiones infierno. A veces prisión, otras sólo habitación. Reside desde siempre en el exterior una farola solitaria que cada noche alumbra desde abajo a las estrellas rojas y naranjas, azules, verdes y moradas que vigilan a las chimeneas de los tejados que forman cordillera frente a una ventana un tanto común. La de las flores de colores pegadas al cristal, las que ya marchitan.

Este vals, un vals de llantos y risas que dibuja muecas macabras en los rostros de los mimos disfrazados de arlequín que, solemnes, rodean una fuente en forma de catedral. Cuyas notas acompañan a las gotas de lluvia ácida que corroen y desfiguran el gesto violento de cientos de gárgolas apostadas sobre los muros del edificio, volviéndolos amables. Por sus bocas desciende, cansado, un hilo de miel que engaña a las abejas, que felices disfrutan de su utopía de sal y limón. Y se vuelven terrones de tierra que conforman castillos de arena. Castillos de arena en las nubes.

Y el vals no descansa, no lo intenta siquiera.
Hay electricidad en sus claves de Sol y Luna, corrientes que aceleran el pulso y hacen que el pelo se pegue a la cara y suene al cepillarlo, dejando al espejo eléctricamente estático y éste, a su imagen, estáticamente eléctrica.
Las notas de la melodía se velven a veces constantemente repetitivas y unísonas, como el corazón, pero sin serlo. Y acarician el cuero convexo que vuela una y otra vez de una esencia a otra, de un sudor a otro, para después reBotar sobre el hierro y caer, como acunado por una hamaca, entre los dedos alargados de una red medio rota.

Es el vals, El Vals, el de su vida, y nada más.

El que procura no hacer mucho ruido entre las 3 y las 5, para no alterar a los párpados. El mismo que no busca ni exige explicaciones, el que ha sido compuesto por días y horas, años y segundos en compañía de su mente, la que nunca calla.

Y ella se pregunta: ¿Cuando todo es silencio, cuánto ruido existe en el pensamiento de los demás?¿Gritan tanto como yo?
A veces cree que piensa demasiado fuerte, y todos oyen su vals, pero fingen no haberlo hecho, como si no quisieran robarle o darle demasiada importancia.



Qué alegría encontrar el texto.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Azul

Esconderse entre las palabras escritas por un bolígrafo eternamente clonado, que llena hojas en blanco con sílabas enlazadas casi covalentemente. Y habla en azul. Susurra a veces, cuando la muñeca reduce el ángulo, creando la sensación de inclinación, palabras cansadas, recostadas unas sobre otras, sin llegar a tocarse, a rozarse si quiera.

Hoy, sin embargo, este azul juega a ser marrón, pues convive con los restos de un granate ya consumido. Quizás sólo se trata de encajar con el entorno, que perdura apagado a pesar de las bombillas y los focos. La resultante, un conjunto enladrillado de cemento y madera, cubiertos por el velo de unas cortinas muertas, digo muertas porque no veo color ni vida en ellas, pendientes en silencio, sin opinión ni objeción, discretas, serviciales.

Renace el azul...tal vez surja de la intensidad que me cubre a mí, generosa, dispuesta a compartir luminosidad con la pluma que hace las veces de terminación de mis dedos.

Posiblemente sea envidia, o celos. Añoranza, anhelo...Echar de menos.
Revivir recuerdos una y otra vez. Soñar con futuros recuerdos, ansiar el momento del reencuentro.


Nueva vida.




Quimequeando un poco...
¿Dónde quedó Clara? Clara y sus pastelillos de limón, sus rutinas atrapadas en un bucle temporal infinito, circular.
Sus horas tras la barra del bar, sus noches de sofá, solitarias, televisivas, grises.
Aun olvidada en la memoria, Clara reflexiona cada mañana, desde el día en que la muchacha entró en el café. Piensa en su vida, en sus días, en sus sueños no cumplidos, ya olvidados, ocultos tras la pantalla que forma el conjuntos de movimientos repetitivos que la persiguen allá donde se dirija.
"¿Y sus historias?¿Continuatía escribiendo?- Se pregunta Clara frente al espejo, observando su cuerpo desnudo, maduro, imperfecto - ¿Qué escribía? ¿A qué tanta dedicación? "
"Nunca supe su nombre"- piensa Clara cada noche.



SIEMPRE SUPE QUE EL 2 Y EL 5 SE TRAÍAN ALGO ENTRE MANOS...

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Pies

11·11·09

Simetría capicúa.
Mañanas acampanadas que tienden a infinitos improbables, lejanos, oníricos.

Hoy los pies buscan el suelo frío, adormecido por la llegada de las mañanas tardías y las noches prematuras, que engañan a la piel, y a los ojos, que incitan al edredón.
Rumores, rumores que acunan la atención, espaldas homogeneizadas por la moda del momento.
Los pies inquietos desean salir corriendo al exterior, al verde de las hojas, al azul y blanco del cielo, para poder cubrirse de los restos, ya evaporados, del rocío matinal, para sentir el aire circular entre los cordones ennegrecidos.

Sin embargo, descansan semicolgando de sus correspondientes piernas, a las que han conseguido contagiar una pizca de su "ociosidad".

Jugarán a ser columpios de jardín, o péndulos de Galileo. Soñarán con ser adornos pendidos de un móvil olvidado, o puede que simplemente se limiten a ser pies.





¿Mosca doméstica?
Sí, aceptamos pulpo animal de compañía.
(Allá donde la física y la probabilidad se unen...)