lunes, 17 de enero de 2011

Un día

17·01·2011

Morderemos el tiempo, igual que una pipa, lo dividiremos, lo diseccionaremos, lo desecharemos en aquellos casos en los que no nos sepa bien, y lo saborearemos cuando más sabroso se nos presente.
Correremos junto al mar, salpicándonos agua y sal a las pantorrillas, tropezando con las ondulaciones de la arena.
Gritaremos al infinito y le exigiremos aquello que nos falta, se lo arrancaremos con nuestra potencia, y lo guardaermos en una caja.
Romperemos muebles viejos lanzándolos desde alturas impensables, y gozaremos con sus colisiones, certeros de haber liberado almas cansadas que se escondían en los cajones.
Mancillaremos la blancura de las paredes derramando pintura de colores y zumo de frutas, dejando que se creen formas y colores que nunca habíamos imaginado.
Crearemos palabras, inventaremos mundos.
Nos tumbaremos en las vías del tren a la espera de la vibración del metal, sentiremos la adrenalina fluir por nuestros cuerpos, nos excitaremos.
Huiremos de cárceles y desiertos corriendo sin mirar atrás.
Reiremos, lloraremos, cantaremos, hablaremos y soñaremos.
Comeremos los platos más extravagantes que querramos preparar, beberemos las bebidas más sabrosas y ardientes.
Oleremos aromas desconocidos y los introduciremos en nuestras mentes, los asociaremos a recuerdos, los ansiaremos y anhelaremos.
Lloraremos con la pérdida de nuestros seres queridos, los recordaremos cada noche, los llamaremos en la oscuridad, los buscaremos en las fotografías, los nombraremos y, con cariño, los citaremos.
Estudiaremos y trabajaremos, aprenderemos a olvidar, a razonar y racionalizar, a seleccionar, a priorizar.
Enfermaremos, deliraremos, sufriremos dolores físicos y emocionales, y nos curaremos.
Dibujaremos en folios. Escucharemos voces y acordes.
Sentiremos escalofríos y temores, temblaremos, sudaremos, nos desconsolaremos.
Gritaremos.
Bailaremos sin sentir el cuerpo, nos convertiremos en música, en mar, en aire.

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