domingo, 14 de septiembre de 2008

Geschichten in der Nacht

Una guerra.
Caras conocidas, demasiado cercanas, me rodean aquí y allá.
Nos encontramos en situación de alarma, sin embargo, a nadie parece importarle.
Los momentos anteriores los veo borrosos, casi olvidados, puedo imaginar lo que sucedió, mas estoy segura de que mi mente inventará acciones, obligándose a creer que ocurrieron.
Prefiero dejarlo atrás.
Siento mi cuerpo cansado, la fiebre me abraza, haciendo que lo que vivo tome un aspecto incluso más surrealista.
Nos encontramos a las puertas de lo que parece ser un hospital en malas condiciones, digamos en ruinas.
Hay un niño en la puerta, a mis ojos, es diminuto. Sus ojos destacan increiblemente en su cara redondita, pelo rapado. Las huellas de la guerra se distinguen en las formas oscuras bajo sus ojos, en su rostro casi calavérico.
Me mira y me ofrece una bolita roja, que recuerda a un tomate, pero del tamaño de un guisante.
'Con esto te curarás'- me promete.
Lo como. Es tan pequeño que no tengo tiempo de saborearlo.

A los pocos minutos(u horas, tratándose de un sueño...) oigo mi nombre desde el interior del edificio. Suena extraño, con un acento que casi desconozco.
'Anita, su turno'- dice la voz.
Viene de una de las enfermeras, grande, de curvas marcadas y cara de pocos amigos. Me dice que vaya al fondo de la sala, donde encuentro a mis padres tumbados en una cama, con cara de cansados. Llevan esperándome días, me daban por muerta.

Me dicen que tengo que ser sometida a mil pruebas médicas, pero yo no tengo tiempo para eso, pues debo marchar a la guerra en poco tiempo, y necsito ver a alguien antes de irme. Me escapo, corro, y mi madre me alcanza, me agarra fuertemente del brazo y me pide que me quede.
'¡No puedo!¡Tengo que verla, despedirme de ella!¿Es que no lo entiendes?Mañana me voy, y no puedo asegurarte que vuelva viva.
Mi madre trata de detenerme, de hacerme cambiar de idea. Inútil.

La veo, es ella.
En cuanto me ve las dos nos fundimos en un abrazo. Sabemos lo que puede ocurrir, aunque ninguna lo dice.
Compartimos lágrimas, abrazos y palabras de consuelo.
'Volveré, de verdad...' - Ni siquiera mi voz se mantiene firme, lloramos.

Y allí, a las puertas del hospital, marcho...

Lo que ocurre despues tiene lugar en otra época, otro mundo completamente distinto.
Tengo imágenes de un joven con sombrero, una voz que me llama(de nuevo con acento desconocido), una casa con dimensiones palaciegas, una niña en una silla muy alta esperando a que le corten el pelo, un niño que sonríe...





~El corazón de los humanos no es como el mío. El de los humanos es una línea, mientras que el mío es un círculo y poseo la infinita habilidad de estar en el lugar apropiado en el momento oportuno. La consecuencia es que siempre encuentro a los humanos en su mejor y en su peor momento. Veo su fealdad y su belleza y me pregunto cómo ambas pueden ser lo mismo. Sin embargo, tienen algo que les envidio: al menos los humanos tienen el buen juicio de morir.

2 comentarios:

Valkyrie dijo...

Eso... es de la ladrona de libros verdad?

me ha gustado el texto, aunque no lo comprenda bien ^^

tambien me gustan tus textos ~
bss

Anónimo dijo...

leido!
seh! seh! seh!
Eduard Cullen al poder!! (babas)

despues de un parentesis de dos horitas
regreso de mi carcel musical para seguir leyendo^^