Sombras en la Oscuridad

El negro me rodea. Mis pupilas, sorprendidas por el cambio, se dilatan rápidamente, tratando de adaptar mi vista al ambiente. Parece imposible, solo hay negro, y nada más.
Desisto, cierro los ojos, me dejo llevar por el sueño.
Intento recordar por qué me escuecen los ojos, por qué los siento hinchados, cansados, pesados.
No lo recuerdo, tal vez mi mente me haya hecho olvidar, me haya obligado a olvidar.
Me rindo, tengo sueño.
Siento como mis músculos se van relajando, lentamente, pues es un trabajo que siempre me ha costado mucho conseguir. De vez en cuando sufro temblores, cortos, efímeros, que hacen que salga bruscamente de mi sueño para volver a sentirme perdida entre la colcha y la cama.
Empiezo a impacientarme, pues sospecho que el sueño juega conmigo, haciéndome creer que ha llegado a mí, para luego marcharse sin dejar rastro alguno.
Noto que mis ojos están ahora más abiertos que nunca, atentos a la noche, en busca de cualquier pista que me revele dónde me encuentro.
Busco el trocito de almohada mas fresquito, y apoyo la cara, sintiendo cómo se amolda perfectamente a mí. Resulta cómodo. No obstante, estoy demasiado nerviosa para mantenerme quieta.
¿Qué me pasa?
Estando quieta me doy cuenta del silencio absoluto que reina en el ambiente. No oigo nada, no me muevo, y entonces aspiro fuertemente. Lo había olvidado, respirar.
Poco a poco dejo que mi respiración, ahora acompasada con los latidos de mi corazón, me vaya envolviendo, dejando que mi mente se una a ellos, lentamente, quedo hipnotizada...

Abro los ojos y miro el reloj: 6:43
He dormido.

Me siento aliviada, pues mis ojos pueden ahora distinguir algunas formas, difusas por las lágrimas, que se perfilan gracias a la escasa luz que se cuela por los huecos de la persiana.

Ahora sé.
Es mi cama.
Podré continuar soñando, tranquila..








-Creo que a los humanos les gusta contemplar la destrucción a pequeña escala. Castillos de arena, castillos de naipes, por ahí empiezan. Su gran don es la capacidad de superación.